viernes, abril 13, 2007

Temblor

Anoche poco antes de la una de la madrugada aquí en el D.F. nos bamboleamos un buen rato, hubo un temblor de grado 6.3 en la escala de Richter seguido por algunas réplicas.

Dentro de todo en situaciones como esas yo soy una mujer serena, entiéndase que no salgo corriendo despavorida y gritando como enajenada, ni me paralizo de miedo.

Estaba yo acomodándome para dormirme después de un largo día cuando sentí que mi linda y acogedora camita se movía de un lado a otro, esperé un momento prudente para ver si se pasaba o seguía, como siguió desperté a mi pobre maridito que dormía como un tronco, cosa que en verdad envidio profundamente porque él duerme aunque se desate el Apocalipsis y los cuatro jinetes le cabalguen por encima en plan de estampida y luego la tortuga que sostiene el mundo se le deje caer en la cabeza. en fin, la cosa es que desperté al pobre hombre el que dio un salto del susto (susto que produje yo, no el temblor).

Le informé que la tierra se meneaba cual gelatina y nos levantamos, él a supervisar el sueño de mis dos angelitos que no se dieron por enterados del famoso sismo y yo a buscar una linterna (lámpara sorda como le dicen en México) por si la luz se cortaba (para los puristas, si sé que lo que se corta es la energía eléctrica y no la luz, pero la costumbre pesa).

Demoró pero finalmente el edificio dejó de bambolearse cual péndulo y regresamos a la cama, mi marido cayó en los brazos de Morfeo de inmediato y yo me quedé despierta por toda la eternidad pensando si este era sólo un temblorcito o si luego se vendría el cataclismo de cataclismos...

Debo confesar que nunca le he tenido miedo a los temblores pero después de experimentar en 1985 el terremoto que sacudió en marzo la zona central de Chile me quedó esa cosa de que con cada pequeña sacudida que la tierra se da yo me quedo esperando que luego venga el terremoto y todo en casa se caiga y la gente salga de sus casas despavoridas y se corte la luz y el agua y el gas y todo el descalabro que queda cuando a la naturaleza se le ocurre recordarnos que si se le antoja nos traga con todo y zapatos...

La cosa es que anoche esperé pero del cansancio terminé dormida cual tronco igual que mi marido...

Hoy en los noticieros y periódicos pude enterarme que salvo algunas personas asustadas y con muy justa razón considerando que en Ciudad de México en septiembre de 1985 con el terremoto que los azotó la ciudad quedó parcialmente destruida, nada más pasó.

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