sábado, octubre 22, 2005

Florero

Y se dió el día en que fuimos a comer a un lugar típico en Teotihuacan (donde están las pirámides del Sol y de la Luna), este restaurante está dentro de una gruta y en realidad es una experiencia genial y recomendable, esta lleno de colorido por todos lados y un sin número de velas alumbran y ambientan el espacio...
Después de bajar por muuuchas escaleras llegamos y nos acomodamos en una de las mesas seguido de nostros llegó el mesero y nos preguntó si queríamos algo para el centro...
A ver, piensen un poco y díganme ¿qué se imaginan que nos ofrecía el mesero?
Yo me quedé pensando y me dije a mi misma, puchas, un florero no creo que me esté ofreciendo, que será eso de "algo para el centro".
Mi marido con cara de "ayudeme socio que no cacho que me dice" le pregunta qué es algo para el centro y el chico le dice, algo "para botanear" y nosotros con cara de "nos dejaste donde mismo" y el mesero agrega, unos chicharrones con guacamole por ejemplo.
Ahhhhh algo para picar, ok traiganos eso...

Así que no se trataba de un florero, era algo para compartir y poner al centro de la mesa, obvio...

viernes, octubre 21, 2005

Desconfía




Yo he sido fan de la comida mexicana desde mucho antes de pisar el suelo mexicano, me parece que México tiene una variedad extraordinaria de sabores, su costumbre de comer con tortillas es realmente divertida y práctica, créanme que casi cualquier cosa se puede meter dentro de una tortilla y eso es un magnífico almuerzo, cena o desayuno.
Pero también es cierto que los mexicanos deben ser el pueblo que más picante usa en sus comidas en todo el planeta, están acostumbrados porque desde siempre han comido con chile y tienen una enorme variedad de chiles, incluso hay caramelos con chile que los niños comen felices de la vida.

Todo este preámbulo es para contar mi primera experiencia en un restaurante en México. Entramos y pedimos una mesa en la sección de no fumar, nos ubicamos todos en familia (entiéndase mi marido, mis dos angelitos y yo), pedimos coca cola para tomar y nos entregaron la carta...
No entendíamos nada, entre enchiladas, chilaquiles, gringas, gordas, finalmente y con la ayuda del mesero pedimos fajitas de res que venían acompañadas de guacamole, yo pregunté si el guacamole era picante y el mesero súper amable me dijo que no, que no picaba nada y yo le creí.
Llegó la comida y yo me comí una cucharadota de guacamole que me dejó la lengua en llamas, el guacamole no era picante; era picantísimo, lo bueno es que al rato y después del pánico inicial la lengua se adormece...
La moraleja de la historia es que nunca le creas a un mexicano cuando te dice que algo no es picante, los mexicanos tienen una graduación del picor totalmente distinta a la del resto del mundo.
Mi humilde consejo es: desconfía de todo aquello que sea de color verde o rojo que aparezca en tu plato, bueno eso si no quieres terminar con la lengua en llamas...

lunes, octubre 17, 2005

Foto

miércoles, octubre 05, 2005

Lengua

Hace un tiempo atrás, en realidad hace un buen tiempo atrás estaba viendo algún premio Latino y apareció alguien a explicar por qué la estatuilla que entregaban era una lengua. La explicación, en resumen, era porque a los latinos nos une la lengua, entiéndase el idioma; bueno, salvo por Brasil. El asunto es que en ese momento me pareció muy acertada la decisión, es verdad que en América Latina hablamos el mismo idioma, el castellano o el español...

Pero como dicen por mi tierra la vida da muchas vueltas y la mía en particular más que dar vueltas ha dado vuelos, quiero decir que me ha tocado cambiarme de país un par de veces, he vivido en Chile, el país en el que nací y luego me fui donde mis vecinos a Argentina y ahora di un buen salto y aterricé en México.
Pues bien, cambiarse de casa puede ser traumático y si eso está acompañado de un cambio de país también, es todavía peor, pero con frecuencia me dicen “cuando menos todos hablan castellano” y si bien es cierto también es totalmente falso... en realidad en mi experiencia en estos países se habla Chileno, Argentino y Mexicano respectivamente.

Recuerdo mi primera incursión en un supermercado en Buenos Aires Argentina, estaba yo ahí parada, como si me hubiesen tirado en el medio de un mundo alienígena, frente a la góndola de las carnes y leía una y otra vez los nombres a ver si en una de esas algo me daba una pista de que pedazo de vaca se trataba. Uno de los últimos que leí fue “Bola de Lomo” y yo me dije, ah no, yo no me como las bolas del lomo de nadie...
Al ladito de este estaba la “cuadrada” que bien pudo haberse llamado triangular.
Pasada la etapa de ataque de pánico agarré una bandeja de roast beef, básicamente porque el nombre me sonaba familiar, aunque debo confesar que no tengo idea de que pedazo de la vaca sacan el roast beef.


En mi segunda incursión en el super estaba yo mirando algo cuando un sujeto se acerca y muy amablemente me dice “che, me prestás tu birome” y yo con cara de espanto lo miré pensando “oye, yo mi birome no se la presto a nadie, que te pasa”, debo haber puesto una cara de espanto grande como para que el sujeto me pusiera cara de "pobre loca esta" y me señalara con el dedo el lápiz con el que yo estaba anotando precios. Resulta que la Virome en Argentina es el lápiz Bic de Chile.

Y se dio la oportunidad en que alguien me ofreció ponerle manteca a mi tostada, yo con cara de absoluta repulsión rechacé la amable oferta, guácala grasa encima de la tostada, no gracias pensé, entonces mi marido me dice al oído que la manteca en argentina es la mantequilla del resto del mundo, gracias al cielo pensé yo, es que no podía ser que le pusieran manteca al pan.


Era Invierno en Buenos Aires cuando llegamos a vivir ahí, mi hija tenía poco más de un año y se me ocurrió que sería buena idea comprarle unas ballerinas para abrigarla y evitar resfríos. Con esto en mente enfilé al Centro Comercial Unicenter y me metí en una tienda donde vendían calcetines y menesteres del estilo y muy sonriente empujando el cochecito de mi hijita le pregunté a la también muy sonriente vendedora del local, ella ante mi pregunta trató de mantener su sonrisa, sin embargo sólo tenía una extraña mueca en la cara y de sus ojos salían chispas cuando me dijo “no señora, nosotros no vendemos ballerinas”

Mas tarde ese mismo día cuando me paseaba ociosamente por el supermercado descubrí que en Argentina las ballerinas no son las pantymedias para niñitas, sino que son esos paños amarillos absorbentes que se usan para limpiar la cocina, ahí entendí la cara de pocos amigos que me puso la chica de la tienda.


Paseaba yo con mi marido y mis hijos el primer día de llegada a México por una céntrica calle cuando veo un negocio que se llama Tlapalería (a ver, díganlo tres veces seguidas rápido) y qué cosa será una tlapalería, por si la duda los mata es algo así como una ferretería aunque no exactamente.

Yo no sé que fascinación tendrán en México por las palabras de pronunciación difícil, es que a mi la lengua se me enrosca cada vez que trato de pronunciar Nezahualcoyotl, o Popocatepetl, Cuautla, Jojutla, Iztaccihuatl, Citlaltepetl, Atlixco, Oaxaca; que por las dudas son nombres de calles.

Y como para ponernos más complicada la cosa usan la x más que nadie en esta tierra y la usan con diferentes pronunciaciones, a veces suena a “cs” y otras a “j”, así entonces estuve yo pronunciando “Oaksaca” en ves de “huajaca” por un tiempo considerable.


Ahora yo me pregunto, ¿en qué cuernos estaba pensando el creativo que decidió que en Latinoamérica nos unía la lengua?

Repasemos, en casa cuando le pido a mi hija que se vista y se ponga esa popular prenda de algodón con cuello redondo y mangas cortas que los norteamericanos llaman T-shirt tengo que decirle “amor, ponte la polera” un rato después, “ponte la remera por favor”, finalmente y con un tono de voz que suele ya no ser amistoso “ponte de una buena vez la playera” lo dramático de la situación es que en ninguno de los tres idiomas me hace caso...


Yo exijo una explicación...